Etapas en la línea evolutiva humana
Los pre-australopitecinos
Los primeros posibles homínidos bípedos (homininos) son
Sahelanthropus tchadiensis (con una antigüedad de 7 millones de años y encontrado en el Chad, pero que genera muchas dudas acerca de su adscripción a nuestra línea evolutiva),
Orrorin tugenensis (con unos 6 millones de años y hallado en África Oriental) y
Ardipithecus
(entre 5,5-4,5 millones de años y encontrado en la misma región). Los
fósiles de estos homínidos son escasos y fragmentarios y no hay acuerdo
general sobre si eran totalmente bípedos. No obstante, tras el
descubrimiento del esqueleto casi completo apodado Ardi, se han podido resolver algunas dudas al respecto; así, la forma de la parte superior de la pelvis indica que era bípedo y que caminaba con la espalda recta, pero la forma del pie, con el dedo gordo
dirigido hacia adentro (como en las manos) en vez de ser paralelo a los
demás, indica que debía caminar apoyándose sobre la parte externa de
los pies y que no podía recorrer grandes distancias.
Los australopitecinos
Reconstrucción de Australopithecus afarensis.
Los primeros homínidos de los que se tiene la seguridad de que fueron completamente bípedos son los miembros del género
Australopithecus, de los que se han conservado esqueletos muy completos (como el de la famosa Lucy).
Este tipo de hominino prosperó en las sabanas arboladas del este de África
entre 4 y 2,5 millones de años atrás con notable éxito ecológico, como
lo demuestra la radiación que experimentó, con al menos cinco especies diferentes esparcidas desde Etiopía y el Chad hasta Sudáfrica.
Su desaparición se ha atribuido a la crisis climática que se inició
hace unos 2,8 millones de años y que condujo a una desertificación de la
sabana con la consiguiente expansión de los ecosistemas abiertos,
esteparios. Como resultado de esta presión evolutiva, algunos
Australopithecus
se especializaron en la explotación de productos vegetales duros y de
escaso valor nutritivo, desarrollando un impresionante aparato
masticador, originando al
Paranthropus; otros
Australopithecus se hicieron paulatinamente más carnívoros, originando a los primeros
Homo.
Los primeros Homo
Reconstrucción de Homo habilis
No se sabe con certeza qué especie originó los primeros miembros del género
Homo; se han propuesto a
A. africanus,
A. afarensis y
A. garhi, pero no hay un acuerdo general. También se ha sugerido que
Kenyanthropus platyops pudo ser el antepasado de los primeros
Homo.
Clásicamente se consideran como perteneciente al género
Homo
los homínidos capaces de elaborar herramientas de piedra. No obstante,
esta visión ha sido puesta en duda en los últimos años; por ejemplo, se
ha sugerido que
Australopithecus ghari, hace 2,5 millones de años fue capaz de fabricar herramientas. Las primeras herramientas eran muy simples y se encuadran en la industria lítica conocida como Olduvayense o Modo 1. Las más antiguas proceden de la región de Afar (Etiopía) y su antigüedad se estima en unos 2,6 millones de años, pero no existen fósiles de homínidos asociados a ellos (ver El artesano olduvayense).
De esta fase se ha descrito dos especies,
Homo rudolfensis y
Homo habilis, que habitaron África Oriental
entre 2,5 y 1,8 millones de años atrás, que a veces se reúnen en una
sola. El volumen craneal de estas especies oscila entre 650 y 800 cm³.
El poblamiento de Eurasia
Distribución geográfica y temporal del género Homo. Otras interpretaciones difieren en la taxonomía y distribución geográfica.
Reconstrucción de Homo erectus
Excavación en el yacimiento de Gran Dolina, en Atapuerca (provincia de Burgos).
Esta es sin duda la etapa más confusa y compleja de la evolución humana. El sucesor cronológico de los citados
Homo rudolfensis y
Homo habilis es
Homo ergaster,
cuyos fósiles más antiguos datan de hace aproximadamente 1,8 millones
de años, y su volumen craneal oscila entre 850 y 880 cm³.
Morfológicamente es muy similar a
Homo erectus y en ocasiones se alude a él como
Homo erectus africano. Se supone que fue el primero de nuestros antepasados en abandonar África; se han hallado fósiles asimilables a
H. ergaster (o tal vez a
Homo habilis) en Dmanisi (Georgia), datados en 1,8 millones de años de antigüedad y que se han denominado
Homo georgicus que prueban la temprana salida de África de nuestros antepasados remotos.
Esta primera migración humana condujo a la diferenciación de dos linajes descendientes de
Homo ergaster:
Homo erectus en Extremo Oriente (China, Java) y
Homo antecessor/Homo cepranensis en Europa (España, Italia). Por su parte, los miembros de
H. ergaster que permanecieron en África inventaron un modo nuevo de tallar la piedra, más elaborado, denominado Achelense
o Modo 2 (hace 1,6 ó 1,7 millones de años). Se ha especulado que los
clanes poseedores de la nueva tecnología habrían ocupado los entornos
más favorables desplazando a los tecnológicamente menos avanzados, que
se vieron obligados a emigrar. Ciertamente sorprende el hecho que
H. antecessor y
H. erectus siguieran utilizando el primitivo Modo 1 (Olduvayense),
cientos de miles de años después del descubrimiento del Achelense. Una
explicación alternativa es que la migración se produjera antes de la
aparición del Achelense.
Parece que el flujo genético entre las poblaciones africanas, asiáticas y europeas de esta época fue escaso o nulo.
Homo erectus pobló Asia Oriental hasta hace solo unos 50.000 años (yacimientos del río Solo en Java) y que pudo diferenciar especies independientes en condiciones de aislamiento, como
Homo floresiensis de la Isla de Flores (Indonesia). Por su parte, en Europa se tiene constancia de la presencia humana desde hace casi 1 millón de años (
Homo antecessor),
pero se han hallado herramientas de piedra más antiguas no asociadas a
restos fósiles en diversos lugares. La posición central de
H. antecessor como antepasado común de
Homo neanderthalensis y
Homo sapiens ha sido descartada por los propios descubridores de los restos (Eudald Carbonell y Juan Luis Arsuaga).
Los últimos representantes de esta fase de nuestra evolución son
Homo heidelbergensis en Europa, que supuestamente está en la línea evolutiva de los neandertales, y
Homo rhodesiensis en África que sería el antepasado del hombre moderno.
Una visión más conservativa de esta etapa de la evolución humana reduce todas las especies mencionadas a una,
Homo erectus, que es considerada como una especie politípica de amplia dispersión con numerosas subespecies y poblaciones interfértiles genéticamente interconectadas.
Nuevos orígenes en África
La fase final de la evolución de la especie humana está presidida por
tres especies humanas inteligentes, que durante un largo periodo
convivieron y compitieron por los mismos recursos. Se trata del Hombre
de Neanderthal (
Homo neanderthalensis), la especie del homínido de Denisova y el hombre moderno (
Homo sapiens). Son en realidad historias paralelas que, en un momento determinado, se cruzan.
El Hombre de Neanderthal surgió y evolucionó en Europa y Oriente Medio hace unos 230.000 años, presentando claras adaptaciones al clima frío de la época (complexión baja y fuerte, nariz ancha).
El homínido de Denisova vivió hace 40.000 años en los montes Altai y probablemente en otras áreas en las cuales también vivieron neandertales y sapiens. El análisis del ADN mitocondrial indica un ancestro femenino común con las otras dos especies hace aproximadamente un millón de años. La secuencia de su genoma
ha revelado que habría compartido con los neandertales un ancestro hace
unos 650.000 años y con los humanos modernos hace 800.000 años. Un molar descubierto presenta características morfológicas claramente diferentes a las de los neandertales y los humanos modernos.
Los fósiles más antiguos de
Homo sapiens datan de hace unos 200.000 años (Etiopía). Hace unos 90.000 años llegó al Próximo Oriente donde se encontró con el Hombre de Neanderthal que huía hacia el sur de la glaciación que se abatía sobre Europa.
Homo sapiens siguió su expansión y hace unos 45.000 llegó a Europa Occidental (Francia); paralelamente, el Hombre de Neanderthal se fue retirando, empujado por
H. sapiens, a la periferia de su área de distribución (Península ibérica, mesetas altas de Croacia), donde desapareció hace unos 28.000 años.
Aunque
H. neanderthalensis ha sido considerado con frecuencia como subespecie de
Homo sapiens (
H. sapiens neanderthalensis), el análisis del genoma mitocondrial completo de fósiles de
H. neanderthalensis
sugieren que la diferencia existente es suficiente para considerarlos
como dos especies diferentes, separadas desde hace 660.000 (± 140.000)
años.
Se tiene la casi plena certeza de que el Hombre de Neandertal no es ancestro del ser humano actual, sino una especie de línea evolutiva paralela derivada también del
Homo erectus/Homo ergaster a través del eslabón conocido como
Homo heidelbergensis. El neandertal coexistió con el
Homo sapiens
y quizá terminó extinguido por la competencia con nuestra especie. Si
existió algún mestizaje entre ambas especies, el aporte a la especie
humana actual ha sido, en lo genético, inferior al 5% (un arqueólogo y
paleoantropólogo que defendía la hipótesis de una fuerte mixogénesis de
las dos especies ha sido descubierto como falsificador de "pruebas"; en
efecto, existe actualmente casi total escepticismo de que ambas especies
hayan sido interfértiles). En cuanto al llamado Hombre de Cro-Magnon corresponde a las poblaciones de Europa Occidental de la actual especie
Homo sapiens.
Homo sapiens
Los parientes vivos más cercanos a nuestra especie son los grandes simios: el gorila, el chimpancé, el bonobo y el orangután.
Los fósiles más antiguos de
Homo sapiens tienen una antigüedad de casi 200.000 años y proceden del sur de Etiopía (formación Kibish del río Omo), considerada como la cuna de la humanidad (véase Hombres de Kibish). A estos restos fósiles siguen en antigüedad los de
Homo sapiens idaltu, con unos 160.000 años.
Biocronología de Hominina
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Algunos datos de genética molecular concordantes con hallazgos paleontológicos, sostienen que todos los seres humanos descienden de una misma Eva mitocondrial o E.M., esto quiere decir que, según los rastreos del ADNmt - que sólo se transmite a través de las madres-, toda la humanidad actual tiene una antecesora común que habría vivido en el noreste de África, probablemente en Tanzania (dada la mayor diversidad genética allí) hace entre 150.000 y 230.000 años
21 (ver haplogrupos de ADN mitocondrial humano).
Estudios de los haplogrupos del cromosoma Y humano, concluyen que por línea paterna hay una ascendencia que llega hasta el Adán cromosómico, el cual habría vivido en el África subsahariana entre hace 60.000 y 90.000 años.
Otros indicios derivados de muy recientes investigaciones sugieren que la de por sí exigua población de
Homo sapiens hace unos 74.000 años se redujo al borde de la extinción al producirse el estallido del volcán Toba, según la Teoría de la catástrofe de Toba, volcán ubicado en la isla de Sumatra, cuyo estallido ha dejado como rastro el lago Toba. Tal erupción-estallido tuvo una fuerza 3.000 veces superior a la erupción del Monte Santa Helena
en 1980. Esto significó que gran parte del planeta se vio cubierto por
nubes de ceniza volcánica que afectaron negativamente a las poblaciones
de diversas especies incluidas la humana. Según esta hipótesis llamada
entre la comunidad científica Catástrofe de Toba, la población de
Homo sapiens
(entonces toda en África; la primera migración fuera de África fue en
torno al año 70.000 ac) se habría reducido a sólo alrededor de 1000
individuos. Si esto es cierto, significaría que el 'pool' genético de la
especie se habría restringido de tal modo que se habría potenciado la
unidad genética de la especie humana.
No todos están de acuerdo con esa datación. Después de analizar el
ADN de personas de todas las regiones del mundo, el genetista Spencer Wells sostiene que todos los humanos que viven hoy descienden de un solo individuo que vivió en África hace unos 60.000 años.
Por todo lo antedicho queda demostrado el monogenismo de la especie humana y, consecuentemente, descartado el poligenismo, que servía de "argumento" a teorías racistas.
Cambios evolutivos
Aspectos morfológicos
Diferencias con otros primates
Cuando los ancestros del
Homo sapiens y otros muchos primates vivían en selvas comiendo frutos, bayas y hojas, abundantes en vitamina C,
pudieron perder la capacidad genética, que tiene la mayoría de los
animales, de sintetizar en su propio organismo tal vitamina. Tales
pérdidas durante la evolución han implicado sutiles pero importantes
determinaciones: cuando las selvas originales se redujeron o, por
crecimiento demográfico, resultaron superpobladas, los primitivos
homininos (y luego los humanos) se vieron forzados a recorrer
importantes distancias, migrar, para obtener nuevas fuentes de
nutrientes (por ejemplo de la citada vitamina C).
Todos los cambios reseñados han sucedido en un periodo relativamente
breve (aunque se mida en millones de años), esto explica la
susceptibilidad de nuestra especie a afecciones en la columna vertebral y
en la circulación sanguínea y linfática.
Cerebración
El Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci.
La cerebración y la corticalización son temas que requieren, por sí
solos, artículos propios, dado el alcance y la importancia de dichos
procesos. Aquí importa comentar de lo mínimo indispensable para
comprender la evolución humana.
La cerebración tanto como la corticalización son fenómenos biológicos
muy anteriores a la aparición de los homínidos, sin embargo en éstos, y
en especial en
Homo sapiens, la cerebración y la corticalización adquieren un grado superlativo (hasta el punto que Theilard de Chardin enunció una curiosa teoría, la de la noósfera y noogénesis, esto es: teoría del pensar inteligente, que se basa en la evolución del cerebro).
El cerebro de
Homo sapiens, en relación a la masa corporal, es uno de los más grandes. Más llamativo es el consumo de energía
metabólica (por ejemplo, la producida por la "combustión" de la
glucosa) que requiere el cerebro: un 20% de toda la energía corporal, y
aun cuando la longitud de los intestinos humanos evidencian los
problemas que se le presentan.
En
Homo sapiens el volumen oscila entre los 1.200 a 1.400 cm
3, el promedio global actual es de 1.350 cm
3; sin embargo no basta un incremento del volumen, sino cómo se dispone; esto es: cómo está dispuesta la "estructura" del sistema nervioso central y del cerebro en particular. Por término medio, los
Homo neanderthalensis
pudieron haber tenido un cerebro de mayor tamaño que el de nuestra
especie, pero la morfología de su cráneo demuestra que la estructura
cerebral era muy diferente: con escasa frente, los neandertalenses
tenían poco desarrollados los lóbulos frontales y, en especial, muy poco desarrollada la corteza prefrontal. El cráneo de
Homo sapiens no sólo tiene una frente prominente sino que es también más alto en el occipucio (cráneo muy abovedado), esto permite el desarrollo de los lóbulos frontales. De todos los mamíferos,
Homo sapiens es el único que tiene la faz ubicada bajo los lóbulos frontales.
Sin embargo, aún más importante para la evolución del encéfalo parecen haber sido las mutaciones en el posicionamiento del esfenoides.
Se ha hecho mención en el apartado dedicado a la aparición del lenguaje articulado de la importancia del gen FOXP2;
dicho gen es el encargado del desarrollo de las áreas del lenguaje y de
las áreas de síntesis (las áreas de síntesis se encuentran en la corteza cerebral
de los lóbulos frontales). El aumento del cerebro y su especialización
permitió la aparición de la llamada lateralización, o sea, una
diferencia muy importante entre el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho
del cerebro. El hemisferio izquierdo tiene desarrollado en su corteza
áreas específicas que posibilitan el lenguaje simbólico basado en
significantes acústicos: el área de Wernicke y el área de Broca.
Es casi seguro que ya hace 200.000 años los sujetos de la especie
Homo sapiens
tenían un potencial intelectual equivalente al de la actualidad, pero
para que se activara tal potencial tardaron milenios: el primer registro
de conducta artística conocido se data hace sólo unos 75.000 años, los
primeros grafismos y expresiones netamente simbólicas fuera del lenguaje hablado se datan hace sólo entre 40.000 y 35.000 años. Las primeras escrituras (" memoria segunda" como bien les llamara Roland Barthes) datan de hace entre 5.500 ó 5.000 años, en el Valle del Nilo ó en la Mesopotamia asiática.
Se ha dicho, también líneas antes, que
Homo sapiens mantiene
características de estructura craneal "primitivas" ya que recuerdan a
las de un chimpancé infantil;, en efecto, tal morfología es la que
permite tener la frente sobre el rostro y los lóbulos frontales
desarrollados.
La cabeza de
Homo sapiens, para contener tal cerebro, es muy grande; aún en el feto y en el neonato, razón principal por la cual los partos son difíciles, sumada a la disposición de la pelvis.
Una solución parcial a esto es la heterocronía: el neonato humano está muy incompletamente desarrollado en el momento del parto; puede decirse (con algo de metáfora) que la
gestación
en el ser humano no se restringe a los ya de por sí prolongados nueve
meses intrauterinos, sino que se prolonga extrauterinamente hasta, al
menos, los cuatro primeros años; en efecto, el infante está
completamente desvalido durante años, tan es así que, que entre los 2 a 4
años es cuando tiene lo suficientemente desarrolladas las áreas
visuales del cerebro como para tener una percepción visual de su propio
ser (Estadio del espejo descubierto por Jacques Lacan en la década de 1930). Ahora bien, si
Homo sapiens
tarda mucho en poder tener una percepción plena de su imagen corporal
es interesante saber que es uno de los pocos animales que se percibe al
ver su imagen reflejada (sólo se nota esta capacidad en bonobos, chimpancés, y si acaso en gorilas, orangutanes, delfines y elefantes).
Tal es la prematuración de
Homo sapiens, que mientras un chimpancé neonato tiene una capacidad cerebral de un 65% de la de un chimpancé adulto, o la capacidad de
Australopithecus afarensis era en el parto de un 50% respecto a la de su edad adulta, en
Homo sapiens
'bebé' tal capacidad no supera al 25% de la capacidad que tendrá a los
45 años (a los 45 años aproximadamente es cuando se desarrolla
totalmente el cerebro humano).
Pero no basta el desarrollo cronológico. Para que el cerebro humano
se "despliegue" -por así decirlo- o desarrolle requiere de estimulación y
afecto; de otro modo la organización de algunas de las áreas del
cerebro puede quedar atrofiada.
Bipedestación
Los Homininos, primates bípedos, habrían surgido hace unos 6 ó 7 millones de años en África, cuando dicho continente se encontró afectado por una progresiva desecación que redujo las áreas de bosques y selvas. Como adaptación al bioma de sabana aparecieron primates capaces de caminar fácilmente de modo bípedo y mantenerse erguidos (East Side Story) . Más aún, en un medio cálido y con fuerte radiación ultravioleta e infrarroja
algunas de las mejores soluciones adaptativas son la marcha bípeda y la
progresiva reducción de la capa pilosa, lo que evita el excesivo
recalentamiento del cuerpo. Hace 150.000 años el norte de África volvió a
sufrir una intensa desertización lo cual significó otra gran presión
evolutiva como para que se fijaran los rasgos principales de la especie
Homo sapiens.
Para lograr la postura y marcha erecta han tenido que aparecer importantes modificaciones:
- Cráneo. Para permitir la bipedestación, el foramen magnum (u orificio occipital por el cual la médula espinal pasa del cráneo a la raquis) se ha desplazado; mientras en los simios el foramen magnum se ubica en la parte posterior del cráneo, en el Homo sapiens (y en sus ancestros directos) el foramen magnun se ha "desplazado" casi hacia la base del mismo.
- Columna vertebral. La columna vertebral bastante rectilínea en los simios, en el Homo sapiens
y en sus ancestros bípedos ha adquirido curvaturas que permiten
soportar mejor el peso de la parte superior del cuerpo, tales curvaturas
tienen un efecto "resorte". Por lo demás la columna vertebral ha podido
erguirse casi 90º a la altura de la pelvis; si se compara con un chimpancé
se nota que al carecer este primate de la curva lumbar, su cuerpo
resulta empujado hacía adelante por el propio peso. En la raquis humana
el centro de gravedad se ha desplazado, de modo que el centro de
gravedad de todo el cuerpo se sitúa encima del soporte que constituyen
los pies; al tener el Homo sapiens una cabeza relativamente
grande el centro de gravedad corporal es bastante inestable (y hace que
al intentar nadar, el humano tienda a hundirse "de cabeza") Otro detalle; las vértebras humanas son más circulares que las de los simios, esto les permite soportar mejor el peso vertical.
- Pelvis. La pelvis se ha debido ensanchar, lo cual ha sido
fundamental en la evolución de nuestra especie. Los huesos ilíacos de la
región pelviana en los Homo sapiens (e inmediatos antecesores)
"giran" hacia el interior de la pelvis, esto le permite soportar mejor
el peso de los órganos al estar en posición erecta. La citada
modificación de la pelvis implica una disminución importante en la
velocidad posible de la carrera por parte de los humanos. La
bipedestación implica una posición de la pelvis,
que hace que las crías nazcan "prematuras": en efecto, el parto humano
es denominado ventral acodado ya que existe casi un ángulo recto entre
la cavidad abdominal y la vagina que en el pubis de la mujer es casi frontal, si en todos los otros mamíferos el llamado canal de parto es muy breve, en cambio en las hembras de Homo sapiens
es muy prolongado y sinuoso, esto hace dificultosos los alumbramientos.
Como se verá más adelante, esto ha sido fundamental en la evolución de
nuestra especie.
- Piernas. También para la bipedestación ha habido otros
cambios morfológicos muy importantes y evidentes, particularmente en los
miembros y articulaciones. Los miembros inferiores se han robustecido, el fémur
humano se inclina hacia adentro, de modo que le posibilita la marcha
sin necesidad de girar casi todo el cuerpo; la articulación de la
rodilla se ha vuelto casi omnidireccional (esto es, puede moverse en
diversas direcciones), aunque en los monos -por ejemplo el chimpancé- existe una mayor flexibilidad de la articulación de la rodilla, lo que facilita un mejor desplazamiento por las copas de los árboles, es así que el humano a diferencia de sus parientes más próximos no marcha con las rodillas dobladas.
- Pies. En los humanos los pies se han alargado, particularmente en el talón, reduciéndose algo los dedos del pie y dejando de ser oponible el "pulgar" del pie (el dedo mayor), en líneas generales el pie
ha perdido casi totalmente la capacidad de aprehensión. Se sabe, en
efecto, que el pie humano ha dejado de estar capacitado para aferrarse
(cual si fuera una mano) a las ramas, pasando en cambio a tener una
función importante en el soporte de todo el cuerpo. El dedo mayor del
pie tiene una función vital para lograr el equilibrio de los homininos
durante la marcha y la postura erecta; en efecto, el pulgar del pie de
un chimpancé es transversal, lo que permite al simio aferrarse más
fácilmente de las ramas, en cambio el "pulgar" del pie humano, al estar
alineado, facilita el equilibrio y el impulso hacia adelante al marchar o
correr. Los huesos de los miembros inferiores son relativamente rectilíneos en comparación con los de otros primates.
Ventajas y desventajas de la bipedestación
Es evidente que la gran cantidad de modificaciones anatómicas que
condujeron del cuadrupedismo al bipedismo requirió una fuerte presión
selectiva. Se ha discutido mucho sobre la eficacia e ineficacia de la
marcha bípeda comparada con la cuadrúpeda. También se ha notado que
ningún otro animal de los que se adaptaron a la sabana al final de Mioceno
desarrolló una marcha bípeda. Hemos de tener en cuenta que partimos de
homínidos con un tipo de desplazamiento cuadrúpedo poco eficaz para
largos desplazamientos en terreno abierto: el modo en que se desplazan
los chimpancés, apoyando la segunda falange de los dedos de las manos no puede compararse a la marcha cuadrúpeda de ningún otro mamífero.
Los primeros homínidos de sabana probablemente se vieron obligados a
desplazarse distancias considerables en campo abierto para alcanzar
grupos de árboles situados a distancia. La marcha bípeda pudo ser muy
eficaz en estas condiciones ya que:
- Permite otear el horizonte por encima de la vegetación herbácea en busca de árboles o depredadores.
- Permite transportar cosas (como comida, palos, piedras o crías) con las manos, liberadas de la función locomotora.
- Es más lenta que la marcha cuadrúpeda, pero es menos costosa
energéticamente, lo que debería ser interesante para recorrer largas
distancias en la sabana, o en un hábitat más pobre en recursos que la
selva.
- Expone menos superficie al sol y permite aprovechar la brisa, lo que
ayuda a no recalentar el cuerpo y ahorrar agua, cosa útil en un hábitat
con escasez del líquido elemento.
Hace años se argumentó que la liberación de las manos por parte de
los primeros homínidos bípedos les permitió elaborar armas de piedra
para cazar, lo cual habría sido el principal motor de nuestra evolución.
Hoy está claro que la liberación de las manos (que se produjo hace más
de 4 millones de años) no está ligada a la fabricación de herramientas,
que aconteció unos 2 millones de años después, y que los primeros
homininos no eran cazadores y que a lo sumo comían carroña
esporádicamente.
Pero la bipedestación trajo una desventaja en la reproducción, ya que el hecho de pasar del cuadrupedismo al bipedismo conllevó un cambio anatómico de las caderas, con gran reducción del canal del parto que hacia más difícil y doloroso el alumbramiento, tal como se demuestra cuando se compara la cadera de un chimpancé promedio con la de un
Australopithecus como
Lucy, quienes además presentan un tamaño de cerebro similar.
Liberación de los miembros superiores
La postura bípeda dejó libres los miembros superiores que ya no
tienen que cumplir la función de patas (excepto en los niños muy
pequeños) ni la de braquiación,
es decir, el desplazamiento de rama en rama con los brazos, aun cuando
la actual especie humana, de la cintura hacia arriba mantenga una
complexión de tipo arborícola.
Esta liberación de los miembros superiores fue, en su inicio, una
adaptación óptima al bioma de sabana; al marchar bípedamente y con los
brazos libres, los ancestros del hombre podían recoger más fácilmente su
comida; raíces, frutos, hojas, insectos, huevos, reptiles pequeños,
roedores y carroña; en efecto, muchos indicios hacen suponer como
probable que nuestros ancestros fueran en gran medida carroñeros y,
dentro del carroñeo, practicaran la modalidad llamada cleptoparasitismo,
esto es, robaban las presas recién cazadas por especies netamente
carnívoras; para tal práctica, nuestros ancestros debían haber actuado
en bandas, organizadamente.
Los miembros superiores, siempre en relación con otras especies, se
han acortado. Estos miembros superiores al quedar liberados de funciones
locomotoras, se han podido especializar en funciones netamente humanas.
El pulgar oponible es una característica heredada de los primates más
antiguos, pero si en éstos la función principal ha sido la de aferrarse a
las ramas y en segundo lugar aprehender las frutas o insectos que
servían de alimento, en la línea evolutiva que desemboca en nuestra
especie la motilidad de la mano, y en particular de los dedos de ésta,
se ha hecho gradualmente más precisa y delicada lo que ha facilitado la
elaboración de artefactos; aún (junio de 2005) no se tiene conocimiento
respecto al momento en que la línea evolutiva comenzó a crear
artefactos, es seguro que hace ya más de 2 millones de años
Homo habilis/Homo rudolfensis
realizaba toscos instrumentos que utilizaba asiduamente (en todo caso,
los chimpancés, en estado silvestre, confeccionan "herramientas" de
piedra, madera y hueso muy rudimentarias). El desarrollo de la capacidad
de pronación en la articulación de la muñeca también ha sido importantísimo para la capacidad de elaborar artefactos.
Visión
El humano hereda de los prosimios la visión estereoscópica y pancromática (la capacidad de ver una amplia tonalidad de los colores del espectro visible); los ojos
en la parte delantera de la cabeza posibilitan la visión estereoscópica
(en tres dimensiones), pero si esa característica surge en los
prosimios como una adaptación para moverse mejor durante la noche o en
ambientes umbríos como los de las junglas, en
Homo sapiens tal función cobra otro valor; facilita la mirada a lontananza, el otear horizontes, en este aspecto la visión es bastante más aguda en los humanos que en los otros primates y en los prosimios. Esto facilitará el hecho por el cual
Homo sapiens sea un ser altamente visual (por ejemplo las comunicaciones mediante la mímica), y facilitará asimismo
lo imaginario.
Especialización
Pese al conjunto de modificaciones morfológicas antes reseñadas,
desde el punto de vista de la anatomía comparada, llama la atención una
cuestión:
Homo sapiens es un animal relativamente poco
especializado. En efecto, gran parte de las especies animales ha logrado
algún tipo de especialización anatómica (por ejemplo los artiodáctilos poseen pezuñas
que les permiten correr en las llanuras despejadas), pero las
especializaciones, si suelen ser una óptima adaptación a un determinado bioma, conllevan el riesgo de la desaparición de la especie especializada y asociada a tal bioma si éste se modifica.
La ausencia de tales especializaciones anatómicas ha facilitado a los
humanos una adaptabilidad inusitada entre las demás especies de vertebrados para adecuarse a muy diversas condiciones ambientales.
Más aún, aunque parezca paradójico,
Homo sapiens tiene características neoténicas. En efecto, la estructura craneal de un
Homo sapiens
adulto se aproxima más a la de la cría de un chimpancé que a la de un
chimpancé adulto: el rostro es achatado ("ortognato" o de "bajo índice
facial") y es casi inexistente el
torus supraorbitario (en la humanidad actual apenas se encuentran vestigios de
torus en las poblaciones llamadas australoides). De otro modo se puede decir que los arcos superciliares de
Homo sapiens son "infantiles", delicados, el rostro aplanado o ligeramente prognato.
Homo sapiens es, por su anatomía, un animal muy vulnerable si se encuentra en condiciones naturales.
Asociado al hecho por el cual morfológicamente el ser humano tenga
características que le aproximan a las de un chimpancé "niño" se
encuentra el 'ortognatismo' y esto quiere decir, entre otras cuestiones,
que los dientes de
Homo sapiens son relativamente pequeños y poco especializados, las mandíbulas, por esto, se ha abreviado y hecho más delicadas, falta además el diastema o espacio en donde encajan los colmillos.
La debilidad de las mandíbulas humanas las hace casi totalmente
inútiles para la defensa a mordiscos ante un predador y, asimismo, son
muy deficientes para poder consumir gran parte del alimento en su estado
natural, lo que es uno de los muchos déficits corporales que llevan al
humano a vivir en una sociedad organizada.
Aspectos Culturales
Aparición del lenguaje simbólico
Hablar de la aparición del lenguaje humano, lenguaje simbólico, por lógica parecería implicar que hay que hablar previamente de la
cerebración,
y eso es bastante cierto, pero el lenguaje humano simbólico tiene sus
antecedentes en momentos y cambios morfológicos que son previos a
cambios importantes en la estructura del sistema nervioso central. Por ejemplo, los chimpancés pueden realizar un esbozo primario de lenguaje simbólico basándose en la mímica (de un modo semejante a un sistema muy simple de comunicación para sordomudos).
Ahora bien, el lenguaje simbólico por excelencia es el basado en los significantes
acústicos, y para que una especie tenga la capacidad de articular
sonidos discretos, se requieren más innovaciones morfológicas, algunas
de ellas muy probablemente anteriores al desarrollo de un cerebro lo
suficientemente complejo como para pensar de modo simbólico. En efecto,
observemos la orofaringe y la laringe: en los mamíferos, a excepción del humano, la laringe se encuentra en la parte alta de la garganta, de modo que la epiglotis cierra la tráquea de un modo estanco al beber e ingerir comida. En cambio, en
Homo sapiens, la laringe se ubica más abajo, lo que permite a las cuerdas vocales
la producción de sonidos más claramente diferenciados y variados, pero
al no poder ocluir completamente la epiglotis, la respiración y la
ingesta deben alternarse para que el sujeto no se ahogue. El
acortamiento del prognatismo que se compensa con una elevación de la bóveda palatina facilitan el lenguaje oral. Otro elemento de relevante importancia es la posición y estructura del hioides, su gracilidad y motilidad permitirán un lenguaje oral lo suficientemente articulado.
Estudios realizados en la Sierra de Atapuerca (España) evidencian que
Homo antecessor,
hace unos 800.000 años, ya tenía la capacidad, al menos en su aparato
fonador, para emitir un lenguaje oral lo suficientemente articulado como
para ser considerado simbólico, aunque la consuetudinaria fabricación
de utensilios (por toscos que fueran) por parte del
Homo habilis
hace unos 2 millones de años, sugiere que en éstos ya existía un
lenguaje oral articulado muy rudimentario pero lo suficientemente eficaz
como para transmitir la suficiente información o enseñanza para la confección de los toscos artefactos.
Además de todas las condiciones recién mencionadas, imprescindibles
para la aparición de un lenguaje simbólico, se debe hacer mención de la
aparición del gen FOXP2 que resulta básico para la posibilidad de tal lenguaje y del pensamiento simbólico, como se verá a continuación.
Tabla comparativa de las diferentes especies del género Homo
- Los nombres en negrita indican la existencia de numerosos registros fósiles.
Especies |
Cronología (cron) |
Distribución |
Altura de adulto (m) |
Masa de adulto (kg) |
Volumen craneal (cm³) |
Registro fósil |
Descubrimiento /
publicación del nombre |
H. habilis |
2.5–1.4 |
África oriental |
1.0–1.5 |
30–55 |
600 |
Varios |
1960/1964 |
H. rudolfensis |
1.9 |
Kenia |
|
|
|
1 cráneo |
1972/1986 |
H. georgicus |
1.8–1.6 |
Georgia |
|
|
600 |
Escasos |
1999/2002 |
H. ergaster |
1.9–1.25 |
Este y Sur de África |
1.9 |
|
700–850 |
Varios |
1975 |
H. erectus |
2–0.3 |
África, Eurasia (Java, China, Vietnam, Caucaso) |
1.8 |
60 |
900–1100 |
Varios |
1891/1892 |
H. cepranensis |
0.8 |
Italia |
|
|
|
1 copa craneal |
1994/2003 |
H. antecessor |
0.8–0.35 |
España, Inglaterra |
1.75 |
90 |
1000 |
Tres sitios |
1994/1997 |
H. heidelbergensis |
0.6–0.25 |
Europa, África |
1.8 |
60 |
1100–1400 |
Varios |
1907/1908 |
Homo rhodesiensis |
0.3–0.12 |
Zambia |
|
|
1300 |
Muy pocos |
1921 |
Homo neanderthalensis |
0.23–0.024 |
Europa, Asia Occidental |
1.6 |
55–70 (complexión fuerte) |
1200–1700 |
Varios |
1829/1864 |
Homo sapiens |
0.25–presente |
Mundial |
1.4–1.9 |
55–100 |
1000–1850 |
Todavía vive |
—/1758 |
H. sapiens idaltu |
0.16 |
Etiopía |
|
|
1450 |
3 cráneos |
1997/2003 |
H. floresiensis |
0.10–0.012 |
Indonesia |
1.0 |
25 |
400 |
7 individuos |
2003/2004 |
Cuadro sinóptico de la evolución humana
Época |
Edad |
Tiempo (absoluto) |
Australopitecinos (África) |
Homo en África |
Homo en Europa |
Homo en Asia |
Cultura |
Holoceno |
(reciente) |
Actualidad
11 700 |
|
H. sapiens |
H. sapiens |
H. sapiens |
Neolítico a actualidad
(Escritura, ...) |
Pleistoceno |
Tarantiense |
11 700
126 000 |
|
H. sapiens
(195 000-act.) |
H. sapiens
(¿40 000-act.)
H. neanderthalensis
(230 000-29 000) |
H. sapiens
(42 000-act.)
H. floresiensis
(75 000-13 000)
H. erectus soloensis
(130 000-50 000) |
Paleolítico Superior
Musteriense
(Pensamiento abstracto, arte) |
Ioniense |
126 000
781 000 |
|
H. sapiens idaltu
(185 000)
H. sapiens
(195 000-act.)
H. rhodesiensis
(600 000-160 000) |
H. neanderthalensis
(230 000-29 000)
H. heidelbergensis
(500 000-250 000) |
H. erectus
(1,8 Ma-250 000) |
Musteriense
Achelense
(Fuego) |
Calabriense |
781 000
1,8 Ma |
Paranthropus robustus
(2,0-1,2 Ma)
P. boisei
(2,3-1,3 Ma)
Australopithecus sediba
(1,95-1,78 Ma) |
H. ergaster
(1,75-1 Ma)
H. habilis
(1,9-1,6 Ma) |
H. antecessor
(>780 000)
H. cepranensis
(800 000)
Homo sp. de la Sima del Elefante
(1,2 Ma) |
H. erectus
(1,8 Ma-250 000)
H. georgicus
(1,8 Ma) |
Achelense
Olduvayense |
Gelasiense29 |
1,8 Ma
2,59 Ma |
A. sediba
(1,95-1,78 Ma)
P. robustus
(2,0-1,2 Ma)
P. boisei
(2,3-1,3 Ma)
P. aethiopicus
(2,6-2,2 Ma)
A. garhi
(2,5 Ma)
A. africanus
(3-2,5 Ma) |
H. habilis
(1,9-1,6 Ma)
H. rudolfensis
(2,4-1,9 Ma)
|
|
|
Olduvayense
(Industria lítica) |
Plioceno |
Piacenziense |
2,59 Ma
3,6 Ma |
A. africanus
(3-2,5 Ma)Kenyanthropus platyops
(3,5 Ma)
A. bahrelghazali
(3,58 ± 0,27 Ma)
A. afarensis
(4-2,7 Ma) |
|
|
|
|
Zancleense |
3,6 Ma
5,33 Ma |
A. afarensis
(4-2,7 Ma)
A. anamensis
(4,2-3,9 Ma) |
|
|
|
|
Futuro de la evolución humana
Se han hipotetizado diferentes posibilidades respecto a la evolución futura del ser humano, entre ellos destacan.
Una línea del pensamiento que asegura que la especie humana ha dejado
de evolucionar de la misma forma que el resto de los seres vivos. La
razón que plantea es que los avances en la ciencia
ahora permiten sobrevivir a personas que de otra forma habrían muerto
(eliminación o alteración del proceso de la presión selectiva) (Selección natural)
como también la existencia de una movilidad a nivel global, diluyendose
así cualquier novedad genética en una población tan grande (eliminación
de la deriva genética).
Sin embargo, existen también otras posturas que consideran que son
precisamente los adelantos tecnológicos los que impulsan actualmente la
evolución humana. Por una parte, se ha propuesto que el entorno actual favorece la reproducción de las personas inteligentes, independientemente de su fuerza física o su estado de salud. Además, es posible que la ingeniería genética humana permita seleccionar las características genéticas de la descendencia.
Por otra parte, también se ha propuesto que en el futuro la tecnología posibilite a las personas vivir como cyborg o incluso como seres digitales dentro de cuerpos o estructuras completamente artificiales.
Video:Teoría de la evolución humana
http://es.wikipedia.org/wiki/Evolución_humana